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De Vere y Herri Gardens

Ambigüedad

Ambigüedad

   Subían V y H una tarde de verano por la ladera del Jaizkibel bordeando los acantilados de la costa entre tojos y helechos, por un camino pendiente, a ratos escarpado y áspero, otras arenoso; desde arriba y entrecerrando los ojos heridos por el sol poniente se veía medio escondido entre los alisos las ruinas de un viejo molino cubierto por hiedras y lustrosas lianas de nueza, de fondo se escuchaba el mar rompiendo contra las cavitadas rocas ocres y amarillentas. Comentaban los años que hacía que habían subido por primera vez y los cambios que habían ocurrido en su vida; hablaba H  de si tenían algo que ver con los jovenes que habían sido.

  

   Refería V que estaba leyendo un novelón comprado de saldo: "Pierre o las ambigüedades" de Herman Melville, en el que le costaba reconocer al autor de "Moby Dick" porque se trataba de una historia de encendido romanticismo en el que Pierre, un encantador joven heredero, una especie de aristócrata a la americana, se enfrenta a las consecuencias de la parte oscura de su idolatrado padre, fallecido años atrás. La dualidad de su padre, está escenificada por dos retratos, uno, pintura de juventud y otro de madurez; Pierre contempla de forma obsesiva el retrato de juventud de su padre, que para él, representa sus aspectos deconocidos y turbios, y en un momento cree que se dirige a él:

 

 

   Considera en tu mente, Pierre, la posibilidad de unir en una sola las dos personalidades que se te ofrecen. Las esposas fieles tienen cierta tendencia, en su amor desmedido, a crearse una imagen ficticia de su esposo; y las viudas, asimismo leales, se inclinan, en su desmedida veneración, a moldear un fantasma imaginario a partir de la imagen ficticia que se forjaron en vida del entonces desaparecido. Fíjate una vez más en mí, Pierre, soy tu padre en su momento más auténtico. En nuestra época de madurez el mundo nos da una dorada capa de barniz , en la que intervienen como componentes mil muecas, comportamientos adecuados y pulidas finezas; es entonces, Pierre, cuando en cierto sentido abdicamos de nosotros mismos y nos impregnamos de otro yo que no es el auténtico. Durante la juventud somos, pero con el tiempo acabamos por parecer.

 

6 comentarios

Vere -

Te echábamos de menos Vailima, ya nos dirás si tu monte te parece reconocible porque hace ya mucho que Herri y y lo pateábamos.

Vailima -

Yo también llego tarde, amiga anarkasis y encima me pierdo la fiesta de cumpleaños de nuestro querido Charles y encima ¡en qué lugar! ni más ni menos que mi muy querido monte, el de casa, vamos, aquél que he contemplado, pisado, olido tantas veces y que veo ahora frente a mi ventana.
Os he tenido tan cerca y yo sin enterarme.
Charles, lo dicho:
zorionak zuri
zorionak beti

anarkasis -

a la chita callando se han bebido el armagnag,... bueno me está bien empleado por llegar tarde, decía esta, que prueben a leer libros de amor,.. Corín Tellado, Ovidio Nasón,... verán como dejan de mirarse las canas y postular sobre lo que hicieron para mirarse las tetas y, o, el pito y postular sobre lo que van a hacer.

Herri -

Zorionak amigo Charles, un día más que ayer, solamente eso, brindamos virtualmente con ese gran armagnac reservado para las grandes ocasiones.
No se si seremos los mismos que cuando hicimos la anotación, lo que si puedo asegurar con rotundidad mirando las fotos del paseo al que hacemos referencia es que la capa de barniz que nos ha dado el tiempo es más plateada que dorada(por lo de las canas).

Vere -

Bien cumplidos Charles y nada de nostalgias que lo nuestro es una pose

Charles de Batz -

En ese monte descansan, repartidas por aqui y allá, las ruinas de pequeñas torres que algunos dicen que eran para vigilar el paso de las ballenas.

Como todo lo que tiende a repetirse a lo largo del tiempo, uno imagina al vigía recibiendo un año más el paso de aquellos grandes animales, e intentando adivinar -mejor que recordando- cómo había sido su vida las veces anteriores que vivió aquello mismo.

No conocía el libro, pero por lo que deduzco de vuestra anotación, hay mucho en ello de continuidad con lo que contábais en la anterior: la memoria, el tiempo y uno mismo.

Se dice, es muy conocido, que las personas somos como las cebollas. Que a medida que pasa el tiempo vamos recubriendo nuestro ser original de capas y más capas, hasta que no queda nada de lo que hubo antes, ni siquiera unos días atrás...

¿Desencanto? ¿abdicación de uno mismo?, para mi que es autodefensa, necesidad de ir sobreviviendo a todo lo que nos va ocurriendo: aprendizaje y renuncia -terrible palabra-.

¿Recordáis lo que pensábais y cómo erais el día en que escribisteis la anotación anterior?. Seguramente ya no sois exactamente los mismos.

Os presiento un tanto nostálgicos, quizá sea el otoño. Espero que sólo sea eso, y me uno a vosotros hoy más que nunca a eso de mirar de frente al paso del tiempo, pues hoy encima me toca cumplir años...

Salud