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De Vere y Herri Gardens

     Ya estamos instalados en la isla. Tenemos al menos una cueva en una pared rocosa y una empalizada provisional donde dejamos al resguardo los víveres; hemos hecho recuento de lo que hemos conseguido recuperar y estamos tranquilos, no nos faltará alimento en una buena temporada. Podemos, después de un día de dura ascensión al cerro más alto para confirmar al fin nuestro aislamiento, descansar un poco y hacer una hoguera, cae la súbita noche tropical después de un purpúreo lubricán.

     Hablamos, como se ha convertido ya en costumbre, de nuestra desdicha y pensamos como Robinson en qué es lo que nos impulsa a hacernos una y otra vez a la mar, a ponernos en riesgo cuando nada nos impide quedarnos en casa. Pero ya sabemos los dos de la magia de las encalmadas o del gozo al ver las nubes nocturnas atravesando aceleradamente el firmamento, el viento aullando, los sobrejuanetes despegados, y el barco avanzando a enorme velocidad entre tinieblas, con una inmensa y blanca cortina de espuma a la altura de la batayola de sotavento.

     Recordamos los albatros que a veces caían en cubierta y con los que se divertía la canalla marinera. Nos vemos ahora nosotros de este modo, varados en la arena y arrastrando torpemente las alas, o quizás nos equivocamos y siempre hemos sido dodos como los que hace pocos años correteaban por la isla.

     Sentados junto a la hoguera, al ver nuestros rostros atezados por el mar y envejecidos por mil travesías y el escasísimo parecido con la tersura adolescente de Brooke Shields, no vemos otra opción para matar el tiempo que contarnos historias, que por las sonoras tinieblas que nos rodean son inevitablemente de espanto y espeluco. Temblamos como niños en la oscuridad y poco a poco nos calmamos comentando qué relación tan estrecha tiene el terror y la infancia y cuanto de la literatura que llevábamos a bordo estaba protagonizada por niños inquietantes o inquietados. Recordamos a nuestros preferidos; El primero que nos viene a la cabeza… El sueño nos vence, mañana continuamos.

13 comentarios

Herri -

Fanny: En realidad seguimos siendo piratas, vamos robando cosas de aquí y de allá que nos permitan ir sobreviviendo en esta isla.
Sider: gracias por tu comentario, puedes llegarte hasta ella cuando quieras.
Charles: efectivamente, Pratt nunca pudo acabar de leer la Utopía de Moro, al menos eso decía.

Vere -

Ya que Ladydark nos ha traido a Byron, lo acompañaremos con una de la panda:
It is an ancient Mariner,
And he stoppeth one of three.
“by the long gray beard and glittering eye,
Now wherefore stop`st thou me?

Y luego: “there was a ship” …y el sacrificio culpable de un albatros... ¿Qué te parece Charles?

Sider -

Precioso relato. Me ha trasladado a esa isla.
Salud y Alegría.

Charles de Batz -

No, Lady, me refería a Utopia de Tomás Moro, de la que el mismo Pratt creo que llegó a decir que, como a su personaje, le pasaba que nunca llegaba a finalizar el libro.

Era un detalle que siempre me llamaba la atención cuando lo leía.

Bonitos versos corsarios:-))

Fanny -

Hubiérais sido unos buenos piratas. Me gusta esta isla.

ladydark -

Charles no se si te refieres al de \"Las Helvéticas\". Si es asi era una misma frase de \"Parsifal\" de Wolfram von Eschenbach.
Estoy emocionada de encontrar tantos recuerdos y lecturas, sentimientos, en común con todos vosotros, será la edad...
Como postre versos de corsarios:
\"Will save him living, or appease him dead.
Woe to his foes! there yet survive a few,
Whose deeds are daring, as their hearts are true.\"

Charles de Batz -

!Voto a tal que sí, Vere! y como las naos del Cardenal se acerquen por esta isla, se las tendrán que ver con nuestras espadas ;-)

Herri: ¿recuerdas cuál era el libro que nunca terminaba de leer Corto Maltés?; también era el nombre de una isla...

Pasad buen fin de semana

Herri -

A pesar de mis años todavía conservo, afortunadamente, ciertos gustos adolescentes, Pratt sigue siendo una de mis debilidades, aunque quizás sea la nostalgia de encontrarme en este estado del que Corto hubiera salido mejor parado.

Vere -

Milady, Charles. Como los tres mosqueteros, también nosotros somos cuatro. Crucemos nuestras espadas y gritemos: ¡Todos para uno y uno para todos!

Vere -

Charles, el albatros nos lo prestaste tu en el comentario de tu blog, el dodo es nuestro, pero Baudelaire siempre nos acompañará

Charles de Batz -

Os digo lo mismo que ha dicho ladydark linea a linea. Maravilloso. Por cierto ¿Corto Maltes?, !que recuerdos tiene uno de las primeras lecturas de La Balada del Mar Salado, del Corto Maltés en Siberia...!. Pratt, que te sea la tierra leve.

Por cierto: \"Recordamos los albatros que a veces caían en cubierta y con los que se divertía la canalla marinera.\". ¿Me repito?, es uno de mis poemas favoritos: gracias por llevarlo en la biblioteca de vuestro barco...

En cuanto a esos cuentos que nos hicieron temblar en nuestros año más lejanos de consciencia, me viene al recuerdo el nombre de Lovecraft, Machen y el de su maestro Poe, aunque uno nunca dejó de soñar con ser Melmoth el Errabundo. !Que cosas...!.

Que os conduzcan los mejores vientos

Vere -

Muchas gracias Ladydark, se nos olvidó decir que lo mejor es de Conrad. Es un placer naufragar con bucaneros como vosotros.

ladydark -

Me faltan palabras. Francamente es una anotación genial, en el fondo y en la forma. Esta tan conseguido, todas esas sonoras palabras marineras, purpúreo lubricán... que precioso. Me he puesto a soñar leyéndolo. Y ese recuerdo para un héroe de adolescencia, Pratt y Corto Maltés. Gracias sean dadas a los naufragios fértiles como el vuestro.