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De Vere y Herri Gardens

La acogida

La lectura de una obra literaria no es solamente el acto de trasladar de un sujeto a otro un complejo organizado e ideas e imágenes, ni el trabajo activo de un sujeto sobre una colección de signos que tiene que reanimar a su manera de extremo a extremo, es también , en el curso de una vista íntegramente regulada, sobre cuyo itinerario no existe la posibilidad de cambiar una coma, la acogida del lector por alguien: El creador de conceptos y constructos, convertido en propietario a secas, que os hace desde el principio hasta el final los honores de sus dominios, y de cuya compañía no es cuestión librarse. Soy extremadamente sensible por mi parte a los matices de esta acogida, hasta el punto de sentirme molesto durante la visita a una propiedad incluso esplendida si tengo que hacerla en indeseable o indiscreta compañía. La acogida de un Hugo, por ejemplo en el umbral de uno de sus libros, desdeña orgullosamente a mi pobre persona y se dirige más que al amigo lector, a un colectivo respetuoso de turistas que traspasan intimidados el umbral de un gran lugar histórico. La de Malraux que indefectiblemente me desasosiega, parece siempre irritada y como impaciente por dirigirse a alguien tan poco inteligente como usted. La camaradería picante e inagotable de Stendhal, es la de alguien con el que uno no se aburrirá ni un segundo, pero que no nos dará oportunidad de colocar ni una palabra. Al releer recientemente, en el ocio forzoso de mi habitación redescubro uno de los mayores encantos de Nerval: la amabilidad de una acogida sencilla y cordial, una especie de alacridad vagabunda y discretamente fraternal, que nunca insiste y parece siempre dispuesta, si quereís, a dejarse olvidar.

Julien Gracq

Leyendo escribiendo

 


 

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Continúa Gracq refiriendo distintas acogidas de las que se ha sentido objeto por parte de los autores: el que os espera en el mostrador exhibiendose como un tendero o “una prostituta de Amsterdam”, o el que os abandona y se desentiende por el camino.

La obra de ficción como una casa por la que el autor te guía, nos pareció una de esas ideas que uno cree haber tenido siempre en la cabeza y que, nada más leída sientes la tentación de apropiárte. Empezamos a pensar en esos autores que como falsos amigos, te abruman con los objetos que acumulan, mostrándote con premiosidad y absoluta falta de caridad cada rincón de su casa y, al final ofreceros unas ridículas aceitunas, que son, junto a una mayúscula irritación, cuanto os llevais de vuelta.

Pensábamos si lo dicho para la novela se podría ampliar a otras posibilidades de comunicación, en la que te diriges a otro con la intención de transmitir algo, por ejemplo, a los blogs, por lo menos a los de la vecindad que habitamos y de cuya amabilidad disfrutamos, ya que tanto usamos el simil de “casa” o “visita” y que cuanto nos gustaría ser como Nerval al menos en la forma de acoger a los amigos que tenemos la suerte de frecuentar.

7 comentarios

Charles de Batz -

Paso a dejaros un saludo. Que todo os vaya bien.

Herri -

Yo, gracias a mi incultura, todavía sigo encontrando palabras como esas a las que siempre has otorgado un significado por tu cuenta, sin pararte a mirarla en los diccionarios, pero esta vez la miré, lo juro.
¡Pardiez, que es bueno el armagnac!

Vere -

Confieso que también tuvimos que buscarlo -el corominas dice que es cultismo de escaso implante- así que todos disculpados (tampoco es eufónica, suena más a alacrán que a alegre). No te preocupes que despues de un par de copas de armagnac tenemos un lenguaje mas llano -no como el Jafa pero incluso alguno sale

anarkasis -

Yo de momento me he ido a por el cementerio de palabras y he tenido que buscar alacridad, "bocábulo primaveral que destila a raudales este blog" y lio seguro "enquetemete" con sus guiños.
ya empiezo a escuchar el eco del oleaje...

Vere -

Bueno, yo creo que tenemos la suerte de tener lo que no pudieron soñar otros autores por lo que de casa se convierte en taberna o vieja posada de oscuras maderas en la que descansar abrigados, quizás con el eco lejano del oleaje en los acantilados. Por cierto que la otra noche me acordé repetidamente de esta nuestra hermandad al ver la pelicula Moonfleet de Fritz Lang. Nosotros tampoco habíamos leido ningún ensayo de Gracq y está lleno de hallazgos.

Charles de Batz -

Pues digo yo que lo sois, queridos amigos, pues como llevamos dicho ya varias veces a lo largo de estas últimas semanas es éste un lugar en el que el visitante se siente confortable, deja sus botas llenas de barro a la entrada, también su casaca y el sombrero, y lo cambia todo por unas cómodas zapatillas, esa vieja bata que no queremos sustituir por una nueva, y si hay compaña -porqué no, aunque hagan años que dejé de fumar- el humo de una pipa acompañado del aroma de un buen Armagnac.

A partir de aquí, comienza la conversación, al amor del fuego, sentados en un buen sillón y con el crepitar de la leña como único intruso en nuestras charlas.

Esta es la acogida que veo yo en vuestra casa.

Muy buen texto, muy buena propuesta y corro a buscar el condenado libro que no lo conocía -!ignorantuelo de Charles!- y habéis despertado en mí a esa terrible niña llamada curiosidad.

ladydark -

Interesantísima reflexión la de Gracq, nunca me había planteado que el comienzo de una lectura fuera ese tipo de bienvenida, y en efecto, tiene razón. Aunque para cada uno será diferente, supongo que interiorizamos de forma distinta porque en el tema de Victor Hugo por ejemplo disiento. Pero lo verdaderamente importante es el concepto y en el puede estar la clave de porque algunos libros nos enganchan en sus dos primeras páginas mientras que otros se nos hacen soporíferos nada más comenzarlos. Un libro es una casa, y un cuaderno o blog también, porque ejercitamos la lectura de escritores con mayor o menor maestría, y nos movemos por sus párrafos en función de nuestras preferencias, resultándonos antipáticos o empatizando por lo que nos cuentan. En esta casa a la que siempre acudo me siento cómoda, me noto afectuosamente acogida y, aunque parezca increible, hay veces que un abrazo o un beso traspasa la pantalla del ordenador y llega hasta mi. Buen fin de semana para los náufragos, brindo porque cosas así no acaben nuncan, que cambien, que evolucionen o se modifiquen, pero que no terminen. Un abrazo.