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De Vere y Herri Gardens

La madre vieja

La madre vieja

 

Caminaban por la orilla del Guadalquivir una lenta tarde de Abril, apartando zarzas por el soto nevado por la alada semilla de los tarajes. Miraban con pena el río, reducido a un hilo de agua y a unos charcos infectos, llenos de légamo negro, comentaban que no hace mucho, te podías bañar en el río e incluso beber de él, que corría limpio en su lecho de cantos rodados.
V. comenzó a contar, al pasar por unas tierras de labor, ahora en barbecho, que a esta zona la llamaban la madre vieja, porque por allí pasaba hace años el antiguo cauce del río y que, en los años de crecida se inundaban hasta el pie de un cortijo cercano, luego, al irse retirando las aguas, se quedaban grandes tablas de agua que, por la forma del terreno, se iban convirtiendo en enormes charcones donde se acumulaban los peces; cuando ya cubría poco, solían meter las piaras de cerdos ibéricos que entonces estaban a montanera, a comer los barbos y las anguilas y la gente acudía para atrapar los peces a mano.
H. decía que debía ser un curioso espectáculo ver a los cerdos hozar en las aguas hirvientes de peces, imaginaba los agudos gruñidos de los puercos, la sangre, el barro, y le parecía una imagen homérica. Recitó: -y, revuelto, arremetió contra Aquiles alzándose furioso y mugiendo con la espuma, la sangre y los cadáveres-.

V. asintió con presteza porque temía que cayera sobre él todo el Canto XXI de la Iliada, pero recitó a su vez otro párrafo de la lucha del rio Escamandro contra Aquiles en la llanura de Troya: -enderezó sus pasos a la llanura inundada por el agua del río, en la cual flotaban cadáveres y hermosas armas de jóvenes muertos en la pelea-.

Los glaucos ojillos de H. sonrieron con picardía porque el nombre del rio le recordaba al poema de Samaniego:

a la margen estaba

del Escamandro undoso;

río que entre sus ondas sanguinoso

arrastró rotos petos y celadas,

a cabezas calientes arrancadas.

En el que un fulano se disfraza de dios del rio para seducir a una doncella lo que a su vez les recuerda la copla que personifica al Guadalquivir como amante rival y dan en pensar como en estas orillas languidecen los ríos pero quizás pervivan los mitos.

5 comentarios

niña al cubo (in memory) -

y en la ventana una niñaaaaaa

Déjalo que se ponga tonto, que se lo merece!! Se revuelca en su satisfacción como los propios gorrinos en el charco...

Vere -

No os paseis con los halagos que el Herri se pone tonto y luego no hay quien lo guante..por cierto que no me ha dejado poner el enlace. con la copla...En sevilla hay una casa..y en la casa una ventanaaa

Anónimo -

apartando zarzas por el soto nevado por la alada semilla de los tarajes....??

siesque ha llovido mucho y claro el jardín esta gongorrino,

un placer navegaros cada frase y cada idea del post, el enlace genial.


Charles de Batz -

Sencillamente delicioso, este recorrido sentimental que haceis por las carnes vitales de "La Madre Vieja".

Lo de la pesca a mano me ha recordado -salvando las diferencias- a aquellas incursiones que de críos hacíamos para pescar renacuajos en los charcos de estas montañas.

Salud

Vailima -

Vamos, que os retrasais en lo de escribir (aunque mejor me callo) pero luego parís una perla como este post y me digo: pues qué niño más bonito. No será de madre vieja.
plas, plas, plas