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De Vere y Herri Gardens

¿Qué es un poeta raro? ¿Ser único y desconocido? ¿Renegar de la poesía como hecho literario? ¿Despreocuparse por la carrera literaria? ¿Vivir prácticamente incomunicado? ¿Considerar la poesía como un trabajo espiritual? ¿Ser austero y gozoso? ¿Ser fiel a sí mismo? ¿Transmitir frescura, candor de adolescencia? ¿Adentrarse en otros lenguajes como la pintura? ¿Hacer una obra singular, y ser casi inencontrable? ¿Acaso casi todos los poetas no son raros?..........

Quizás, remedando a Tom Stoppard, para saber si un poeta es raro o no, habría que preguntárselo a su madre. 

Lo que sigue es un extracto de una entrevista a Pe Cas Cor.

 

— Se supone que hace usted una vida más bien aislada, que sale poco que no ve a mucha gente. Se supone también que apenas se concede descanso a  sí mismo: espera ser lo bastante rápido como para no aburrirse, lo suficientemente duro para no flaquear. ¿Qué significa la poesía en todo esto? ¿Cuál es el trabajo de un escritor?

—Suponen ustedes muchas cosas, y su porcentaje de aciertos es bastante aceptable, si me permiten expresarme de ese modo. Soy un hombre huraño, a veces suave y a veces frío y egoísta. Me dan miedo muchas cosas que no le  dan miedo a casi nadie. Soy un esquizoide imaginativo, que aspira a reformarse y permanece tumbado durante largas horas frente a un televisor apagado, con las manos debajo de la espalda y unos ojos oscuros en una cara limpia y sucia a la vez. No veo a casi nadie. Me agota ver a la gente: me exalta interiormente, veo misterios en algunas mujeres y detectives en algunos hombres. Me paso la vida intentando concederme descansos a mí mismo, soy uno de esos haraganes que no dan golpe y no cesan de obsesionarse, uno de esos vagos que trabajan celularmente. Quiero decir que todas mis células, huesos y cartílagos trabajan violentamente, como obreros azules, y no me dejan en paz ni un solo instante -Imagínense ustedes, ¡ni un solo instante!-. En el fondo, soy, y lo digo sinceramente, uno de los individuos menos creativos y más monocordes y repetitivos de este bendito universo. Lo que ocurre es que he sido capaz de concentrar todos mis sentimientos infantiles en una nube de palabras, en un número de poemas. Casi todos mis semejantes son geniales. Algunos besan maravillosamente. Otros cagan rápidamente. Me han asegu­rado que hay individuos que no se cortan nunca al afeitarse, y damas que se depilan perfectamente mientras manejan sus ordenadores Todos ellos son poetas. Hay demasiados poetas. Cada vez más. Hay tantos poetas como roe­dores. Por eso la poesía se vende poco. Ahora me refiero a la poesía escrita. Los que escribimos poesía solemos ser bastante blandengues. Un buen poema quizá sea el lado valiente de un cobarde, O la bala de un sentimental. O la belleza de un imbécil. El trabajo de un escritor consiste en boxear con el abecedario para conseguir un amor, o más de uno, un cheque tan mágico como una alfombra y un gramo de gloria que sirva para no oler a sudor.

— La vida puede ser una lata -quizás nuestro libro favorito de cuantos ha publicado transmite una belleza y un humor inquietantes. ¿Un libro es exactamente como la vida?

-¿Pretenden ustedes burlarse de este charlatán fugaz?.. ¿Cómo va a ser un libro exactamente como la vida? En el mejor de los casos, un libro es el hijo ilegítimo, el hijo bastardo de la vida: lo que pasa es que, a veces, los hijos bastardos son más guapos y más puros que sus padres. Un libro no habla de lo que no es, de lo que pudo ser, de lo que debió ser, de lo que podría haber sido si alguien hubiera tenido una espalda derecha y no unos pies planos. La vida es. Nada más. La vida está en un ronquido, en una carrera, en la pereza, en el abandono ¡La vida esta en mis pantalones! …Llevo dos meses sin cambiarme de pantalones, espero que no se note demasiado: mis pantalones atesoran dos meses de mi vida. También mis calzoncillos son vida y son espirituales.  Pero el calzoncillo es algo efímero, menos duradero, intercambia rápidamente información con el cuerpo, con la vida, que hay que llevarlo cada poco a la lavadora para practicarle un lavado de cerebro. Los manicomios están llenos de ropa interior, por los manicomios pululan calzoncillos de los grandes pensadores de la vida… Un calzoncillo es la obra pictórica de un cuerpo salvaje. Un libro es la frustración, respetable o no, de un cuerpo civilizado… Dios mío todo lo que estoy diciendo es ridículo; estoy avergonzado. Necesito una copa, este púlpito apesta, y yo no bebo… Voy a recitarles un verso  del injustamente olvidado poeta finlandés Lasse Vanio: “Van Gogh quisiera pintarle los labios antes de morir”.  

6 comentarios

ladydark -

Herri esta visto que no hay nada mejor que "estar en casa", cada vez me siento más asi en vuestro cuaderno. Panero me parece fascinante, seguro que dará mucho de si ese post.

Herri -

Ladydark, "arrepentirse lo necesario", me ha gustado.
Volvemos a Conrad; ayer estuve viendo en TCM "Lord Jim".
Más adelante pondremos algún manuscrito de Panero, incluido dibujo suyo ;-)

ladydark -

Aunque me repita, yo también prefiero la vida, el instante, el segundo vivido, no quiero arrepentirme nada más que de lo necesario, y lo menos posible de lo que "pudo ser". En el fondo todos somos un poco raros, cada uno a nuestra manera, yo creo que la diferencia esta en como catalogamos esas rarezas comunes. Por cierto desde el principio del post no hacia más que acordarme de Leopoldo Maria Panero, raro entre los raros, y al final de este las palabras de PeCasCor se hilan con Panero, los manicomios llenos de ropa interior...

Herri -

Charles, tu lo has dicho, lo raro puede ser a la vez lo más sencillo. Todo lo sencilla o complicada que pueda ser la vida.
Desgraciada o afortunadamente el marketing no existe en la poesía, sí en los premios y homenajes.
Vailima, como contigo y con Charles, me quedo con la vida.
Respecto a los viejos, siempre me ha gustado llamarlos así, la gran mayoría no son siquiera capaces de hacerse ese tipo de reflexiones, hablo de los viejos de hoy día; esa gran mayoría de viejos han vivido una época en la que su mayor preocupación era el sacar adelante a una familia. Ellos también se siguen apegando a la vida.

Vailima -

Cuestión difícil, cierto. Me quedo con la vida. Tio Petros afirma que hay mucho anciano amargado porque ve que ya no puede hacer con su vida cosas que no tuvo el valor de hacer antes. No sé si es verdad o no, por si acaso, no quiero que se quede nada en el tintero. Llegará un día en que sea consciente de que algo "ya no puede ser". Seguro que ni podré leer poesía sin echarme a llorar. Carpe diem.

Charles de Batz -

Dificil cuestión..., aunque la respuesta pueda resultar sencilla: lo mismo que cualquier otra cosa, persona u ocupación que pueda considerarse raro. Ahora bien: ¿quién goza del poder de definir para el resto de los mortales lo que es raro o no?.

Puede que se trate, como ocurre con muchas estrategias comerciales de hoy en día, de llamar diferente, único o raro a algo, para que la masa acuda en tropel a hacerlo suyo.¿Porqué lo raro afecta en contadas ocasiones a nuestros señores?

Quizá haya algo de pose disfrazada de actitud, de manía o de revuelta contra el tedio; quién sabe...

Me quedo con eso de "La vida es. Nada más. La vida está en un ronquido, en una carrera, en la pereza, en el abandono ¡La vida esta en mis pantalones!..."; no sé pero me recuerda a "Hoja de Hierba"

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