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De Vere y Herri Gardens

Gurrumino

Gurrumino

                                                             Alfred Kubin El enclenque

   

   Dice Julien Gracq que al leer los diarios de Gide si se esfuerza en hacerlo con los ojos de Paul Valèry, la mirada de un tercero le añade interés y diversión, y se pregunta: "por qué empleamos tan pocos artificios en el ejercicio de la lectura, si en la escritura (paso de la primera a la tercera persona, novela epistolar, falso diario, pseudocuadernos íntimos) no cesamos de inventar otros nuevos".

   Parece responderle Auden cuando dice que las obras literarias sólo admiten unas pocas "finitas" maneras de leerse y que hay un orden jerárquico -unas lecturas son "más verdaderas" que otras, termina diciendo: "Esta es la razón por la que, en una isla desierta, es preferible tener un diccionario a la mayor obra maestra imaginable, pues, en relación con sus lectores, un diccionario es absolutamente pasivo y puede leerse legítimamente de infinitas maneras."

   Esto nos ocurre en muchas ocasiones, uno entra en un diccionario y no sabe por dónde va a salir ni de qué manera. Hoy nos ha ocurrido con la voz gurrumino que en el diccionario de la RAE tiene varias acepciones a cual más despreciativa, 1: Ruin, desmedrado, mezquino 2: Cobarde, pusilánime y la 5 y para nosotros más interesante: Hombre que tiene contemplación excesiva con la mujer propia.

   Como veis, sólo se puede aplicar al género masculino –la mujer no peca de gurrumina- y por supuesto sólo se aplica a la santa, que con amantes y desvaríos, uno puede contemplar hasta el arrobo sin que la academia te incluya en semejante saco de malparidos.

  

Como ínclito ejemplo de gurruminos patrios incluimos la descripción que hace Galdós de Maximiliano Rubín, boticario y esposo cesante de Fortunata en “Fortunata y Jacinta”:

Era de cuerpo pequeño y no bien conformado, tan endeble que parecía que se lo iba a llevar el viento, la cabeza chata, el pelo lacio y ralo. Cuando estaban juntos él y su hermano Nicolás, a cualquiera que les viese se le ocurriría proponer al segundo que otorgase al primero los pelos que le sobraban. Nicolás se había llevado todo el cabello de la familia, y por esta usurpación pilosa, la cabeza de Maximiliano anunciaba que tendría calva antes de los treinta años. Su piel era lustrosa, fina, cutis de niño con transparencias de mujer desmedrada y clorótica. Tenía el hueso de la nariz hundido y chafado, como si fuera de sustancia blanda y hubiese recibido un golpe, resultando de esto no sólo fealdad sino obstrucciones de respiración nasal, que eran sin duda la causa de que tuviera siempre la boca abierta. Su dentadura había salido con tanta desigualdad que cada pieza estaba, como si dijéramos, donde le daba la gana. Y menos mal si aquellos condenados huesos no le molestaran nunca; ¡pero si tenía el pobrecito cada dolor de muelas que le hacía poner el grito más allá del Cielo! Padecía también de corizas y las empalmaba, de modo que resultaba un coriza crónico, con la pituitaria echando fuego y destilando sin cesar. Como ya iba aprendiendo el oficio, se administraba el yoduro de potasio en todas las formas posibles, y andaba siempre con un canuto en la boca aspirando brea, demonios o no sé qué.

Dígase lo que se quiera, Rubín no tenía ilusión ninguna con la Farmacia. Mas no estaba vacía de aspiraciones altas el alma de aquel joven, tan desfavorecido por la Naturaleza que física y moralmente parecía hecho de sobras. A los dos o tres años de carrera, aquel molusco empezó a sentir vibraciones de hombre, y aquel ciego de nacimiento empezó a entrever las fases grandes y gloriosas del astro de la vida. Vivía doña Lupe en aquella parte del barrio de Salamanca que llamaban Pajaritos. Maximiliano veía desde la ventana de su tercer piso a los alumnos de Estado Mayor, cuando la Escuela estaba en el 40 antiguo de la calle de Serrano; y no hay idea de la admiración que le causaban aquellos jóvenes, ni del arrobamiento que le producía la franja azul en el pantalón, el ros, la levita con las hojas de roble bordadas en el cuello, y la espada... ¡tan chicos algunos y ya con espada! Algunas noches, Maximiliano soñaba que tenía su tizona, bigote y uniforme, y hablaba dormido. Despierto deliraba también, figurándose haber crecido una cuarta, tener las piernas derechas y el cuerpo no tan caído para adelante, imaginándose que se le arreglaba la nariz, que le brotaba el pelo y que se le ponía un empaque marcial como el del más pintado. ¡Qué suerte tan negra! Si él no fuera tan desgarbado de cuerpo y le hubieran puesto a estudiar aquella carrera, ¡cuánto se habría aplicado! Seguramente, a fuerza de sobar los libros, le habría salido el talento, como se saca lumbre a la madera frotándola mucho.

8 comentarios

Pepe -

Y los gurruminos
http://www.gurrumino.com

Vere -

Bueno, en realidad no te ponía verde Ladydark sino que usaba la palabra correctamente, la tercera acepción que no hemos puesto -no nos venía bien para el sentido del post- es exactamente esa: pequeño.
Es una pena como se pierde el vocabulario.

ladydark -

Anda, me encuentro aqui con la palabra favorita de mi abuela materna, gurrumino. Todo lo que para ella era demasiado pequeño era un gurrumino, desde un bebé hasta un garbanzo. Normalmente acompañaba esta palabra de "cagarruta" que venía a significar en su lenguaje lo mismo, mínimo o ínfimo, pero sin despreciar que conste. La pobre no sabía que llamándome gurrumina de niña me estaba poniendo verde...

Vere -

Algo ha pasado en el servidor de Blogia y salen estas cosas, curiosamente lo de la letra solo con el firefox, tendremos que hablar con nuestra amiga Vailima que tiene mano con los jefes.

anarkasis -

había escuchado decir, el común "currumino" como sinónimo de pelele, y viceserve, y resulta que es "gurrumino", (tomo nota), que aquestos palabros no me los explicaron, sino del puro uso del común a quien amo profundamente.
y así mismo recomiendo un común amante, en lo vulgar en el decir, que da para mucho juego siendo una isla desierta
y pa perder el tiempo bien perdío que yo últimamente es que ni lo encuentro, ni pa hacer una visita..
y:
ma gustao el post excepto en el tamaño de la letra

Vere -

Muchas gracias por lo que me toca. Nosotros tampoco concíamos la palabra y fue uno de esos hallazgos al hojear el Corominas. Lo de "obedecer excesivamente a la mujer propia" nos llamó mucho la atención. También es curiosa una etimología que da como posible, del vasco URRUM "lamento de hombre", "quejido del ganado vacuno". A mi me recuerda la palabra "engurruñido" que es de uso común en Andalucía por lo menos -encogido, arrugado-. Yo creo que das en el clavo Charles y que en muchos aspectos, los diccionarios son manuales de supervivencia en esta vuestra isla.
Un abrazo.

Charles de Batz -

Lo dice nuestra amiga Vailima y os lo repito yo: es una anotación muy buena, tanto que, como me ocurre muchas veces en casos como éste, no se que decir.

Lo veo en el Moliner, cosa que ya imagino que sabéis, pero -con ánimo de darle más color-, no encuentro "Gurrumino" en el "Tesoro de villanos. Lengua de Jacarandina: rufos, mandiles, galloferos, viltrotonas, zurrapas, carcaveras, murcios, floraineros y otras gentes de la carda" de María Ines Chamorro -una joyita de libro, por cierto-. Si que hay otra palabra que la recuerda mucho, "cuquillo":

"dos pacíficos honrados y buenos hombres, que iban en busca de sus mujeres, oyeron cantar un cuquillo; y dijo el uno de ellos: -por vos ha cantado el cuquillo, compadre. No, sino por vos -dijo el otro." (Timoneda, sobremesa y alivio de caminantes)

Para la isla desierta, quiza mejor un manual de supervivencia.

Pasadlo bien este puente, fin de semana o lo que toque.

Salud

Vailima -

¡ah, qué entrada tan buena! ¿os queréis creer que nunca me había parado a pensar en ello? Y por supuesto... después de lo que decís, a la isla me llevaré sin duda el Corominas, puesto que mis intereses se disputaban el honor de acompañarme y no había cristo que se pusiera de acuerdo.
Me ha encantado, de verdad.
No sabía lo del gurrimino y la imagen, clavada oiga.
feliz puente (para los que puedan disfrutarlo como una servidora)