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De Vere y Herri Gardens

Noche redonda

Noche redonda

 

A la héctica llama de un viudo candil

Torres Villarroel





Animula, vagula, blandula
Hospes comesque corporis
Quae nunc abibis in loca
Pallidula, rigida, nudula,
Nec, ut soles, dabis iocos...

"Alma, vagabunda y cariñosa, huésped y compañera del cuerpo, ¿dónde vivirás? En lugares lívidos, severos y desnudos y jamás volverás a animarme como antes".

Adriano

 

Al volver sobre lo escrito, pensamos en V y H como en las animulas de este cuaderno. Apenas dos pábilos, embriones de personajes que no llegan a desarrollarse, reflejo de nuestra impotencia. A veces, parece que van a iniciar su viaje , que adquieren consistencia y carácter Otras yacen  casi vacías y abandonadas.
Ahora las tenemos en su isla, por nuestro gusto cubiertas de basta pelambre, en apariencia dóciles a nuestras ocurrencias, a llenarse con nuestras lecturas o hallazgos, pero tercos también cuando la ropa no les cuadra.
Querríamos saber más de ellos, que nos ayudasen a contar su historia, que nos hablasen de su naufragio, de lo que hacen cuando no los vemos.
H se vuelve con una sonrisa y nos pregunta si queremos ser tan indiscretos como Sterne  con Tristram. V apostilla: “¿le habeis dado cuerda al reloj de cuco?”


En estos últimos posts, hemos querido asalvajarlos, que recibieran sobre ellos las cualidades que el salvaje ha tenido en nuestra cultura como un humilde homenaje al ensayo de Roger Bartra “El salvaje en el espejo”  que nos permitimos recomendaros
pero no hay forma, nosotros intentamos mantenerlos en la isla y ellos se escapan al barrio de Saint Germain de la mano de Cortázar y su poema a Alejandra Pizarnik, “Aquí Alejandra” se empeñan en acompañarlos en la noche de Jazz, lecturas y niebla de cigarrillos.

Para desearos feliz verano y dejar a todos contentos, H y V  terminan una noche redonda con  Thelonious Monk

Huellas

Huellas

      Pensábamos seguir al día siguiente, y ya hace mes y medio que dejamos la isla y a nuestros salvajes a su ventura, pero no creáis que abandonados. De vez en cuando volvemos con cuidado por las playas color canela, seguimos sus huellas atareadas en la arena, profundas por el peso de los fardos de leña. Sus voces lejanas se mezclan con el griterío de los pájaros, y el rumor de sus rutinas nos sosiega.
      Uno de nuestros paseos por la isla nos vino de la mano de Coetzee, estábamos leyendo Elisabeth Costello en el que el autor pone de manifiesto el modo en el que Defoe narra el momento en que Robinson Crusoe se da cuenta de que se ha quedado solo en la isla, que sus compañeros han desaparecido:

      I walked about on the shore lifting up my hands, and my whole being, as I may say, wrapped up in a contemplation of my deliverance; making a thousand gestures and motions, which I cannot describe; reflecting upon all my comrades that were drowned, and that there should not be one soul saved but myself; for, as for them, I never saw them afterwards, or any sign of them, except three of their hats, one cap, and two shoes that were not fellows.
      -”Nunca los volví a ver, ni otro rastro de ellos, excepto tres de sus sombreros, una gorra y dos zapatos que no eran compañeros” Dos zapatos desparejados, los zapatos dejaban de ser calzado y se convertían en pruebas de la muerte, arrancados de los pies de los ahogados por los mares espumeantes y arrojados a la orilla. Nada de grandes palabras, nada de desesperación, simplemente  sombreros, gorras y zapatos”

      Fue después de esta lectura hermosa y desasosegante, cuando volvimos por la isla. Pero nuestros zapatos compañeros aún estaban allí, las olas acariciaban sus huellas y nosotros nos volvimos con la serena sensación de haber entrado en un cuarto donde duermen niños.

Los salvajes isleños

Le_Bal_des_Ardents


     Ha pasado otro año sobre H y V sin haber tenido noticias de ellos, la curiosidad nos hace volver a la isla. Podemos imaginar que nos acercamos hacia ellos desde el aire, divisamos el claro en el bosque donde tenian instalada su cabaña, la hierba parece haber crecido y todo tiene un aspecto más abandonado. Por un momento nos preocupamos, eran tan mayores, tan frágiles que tal vez no hayan podido soportar un año de interperie.

     Nos acercamos un poco más, algo se mueve, puede que una cabra, entre los arbustos. Ahora si, parece una persona, pero está toda cubierta de pelo entrecano, puede ser un viejo gorila, un “espalda plateada”, pero no sabíamos que hubiera gorilas en la isla, además es mucho menos corpulento, tiene largos mechones blancos en la cabeza y la barba. Se mueve con cierta dificultad y lleva una especie de bastón o mejor, garrote.

     Al vernos, grita y nos amenaza con al garrote mientras gruñe ferozmente.
     Es la viva imagen de Orlando Furioso:

Quasi ascosi avea gli occhi ne la testa,
la faccia macra, e come un osso asciutta,
la chioma rabuffata, orrida e mesta,
la barba folta, spaventosa e brutta.


     Parece que el ruido ha despertado a otro ser, que sale de la cabaña con aspecto aturdido y somnoliento, también el  pelo  le cubre  todo  el cuerpo salvo en la cabeza que luce una atezada calva. Apenas unos jirones  de trapos le cuelgan de las caderas, al vernos parece enloquecer y sin más ni más da dos zapatetas al aire y dos tumbas cabeza abajo y los pies en alto, descubriendo cosas que, por no verlas otra vez, nos hacen volver la cabeza entre divertidos y avergonzados.


     Era irremediable, tantos años de contacto con las bestias, de vida  selvática, los  ha sumido en el salvajismo, puede ser que hayan recorrido el camino inverso al de Kaspar Hauser o al niño salvaje de l’Aveiron.
Cuando se calman, no parecen tan fieros, e inquietos todavía, empiezan a parlotear entre ellos,  aunque su lenguaje gutural  más parece


But a soft Murmur, and confused Sound



     Poco a poco de la extraña jerga en que se comunican, vamos entresacando frases más o menos hilvanadas en las que se adivina algún sentido, con alivio, nos miramos y pensamos que aún hay esperanzas de recuperación.

     A prudente distancia, los seguimos observando mientras vuelven a sus rutinas isleñas, V recoge agua del arroyo, H se acerca al cercado y ordeña una cabra que le topa dulcemente mientras tanto. Cae la tarde y encienden unas teas; el curioso espectáculo de los seres peludos iluminados por el claroscuro rojizo de las antorchas en la negra noche tropical tiene algo de teatral y nos recuerda vivamente el trágico episodio que ocurrió en la corte de Carlos VI de Francia, el tristemente famoso “Bal des Ardents”:Celebraban un charivari cortesanos encadenados y vestidos de salvajes entre los que estaban el hijo de Gastón Febus y el propio rey. El disfraz consistía en pelos que cubrían todo el cuerpo y que estaban pegados con brea. Afortunadamente, ellos no arden. Preparan su cena ajenos a nosotros, como buenos y hacendosos salvajes y, pronto, un dulce olor nos llega desde su fogón.

     Nosotros también nos relajamos, ya casi repuestos de nuestro asombro e intentamos encajar lo que estamos viendo.  Habíamos leido sobre el mito del hombre salvaje, el envés feral del hombre civilizado que recorre la historia occidental; pero ellos están aquí frente a nosotros y no son mitos sino pobres náufragos.

Senderos de deseo

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Parece que fue ayer, pero hace ya un año que publicamos el último post, y decíamos que nunca habíamos pensado que el blog se fuera a mantener esos cuatro años. Es cierto que tampoco pensábamos estar todo este tiempo sin publicar. Volvimos a los jardines abandonados  por casualidad, hace unos días por una dedicatoria de un amigo y decidimos que había que publicar antes de terminar el mes de abril y, en eso estamos, recuperando alguna de las ideas que se han quedado atrás, demasiado flojos para desarrollarlas.

Ya ni recordamos como apareció por primera vez, pero cuando leímos sobre los “desire paths” o “sentier du desir” nos pareció una de esas ideas que venían a llenar un hueco,  que te rondan pero no les encuentras palabras.

Creemos que fue Gaston Bachelard quien habló por primera vez de desire paths en los años 50 en su libro “La poética del espacio” para nombrar esos senderos trazados por la erosión que se produce al pasar personas o animales y que representan el camino más corto o más fácil entre dos puntos.  El término se ha usado sobre todo en relación con el espacio urbano, para expresar la relación entre los espacios planificados y como se viven, como se usan en el día a día. Hay páginas dedicadas a fotografiarlos, pero para nosotros es algo más, metáfora de otra cosa, por ejemplo, lo que hacemos ahora, fuera de cualquier obligación salvo con nuestro placer.

De todas maneras, siempre nos ha gustado patear trochas, buscar las veredas hechas por el paso de personas y bestias tantas veces repetido, conocerlas es saber que no vas a luchar con zarzas y peñascales y recuperarlas cuando las has perdido, una alegría sencilla y viva.

Nos decimos que los senderos son como las huellas del amor, las carreteras heridas o, en todo caso, cicatrices.

Tenemos por aquí cerca un divertido ejemplo de cómo la razón a veces se confunde, La Carolina que se fundó en el siglo XVIII por el ilustrado Pablo de Olavide, es un ejemplo de espacio urbano bien planificado, pero los caminos del término los hicieron igual, a escuadra y cartabón, con lo que suben a veces por laderas tan empinadas que los hacen poco practicables.

Todo esto para deciros que esperamos continuar un tiempo más caminando en vuestra compañía, que nos apetece, y que los caminos hay que andarlos, que si no se pierden.

Abril de Merlín

Mountains at Collioure

Llega Abril y el blog cumple años, o cumplimos nosotros. Si en un principio era descubrimiento, novedad. Ahora ya tiene algo que se ahorma con los ciclos agrarios.

Vuelve Abril y vuelven a florecer  los espinos y las lilas, vuelve a cantar el cuco y los vestidos de tirantes. Vuelve la pregunta que tantos se han formulado : ¿Volveremos nosotros?, Quizás cada año nos importe un poco menos, pero hay cosas como algunas lecturas que nos ayudan a mantenernos vivos e inquietos. Hoy es Apollinaire el que ayuda con un poema que parece extrañamente apropiado. Comienza así :

 

El sol ese día se mostraba como un vientre materno

Que sangraba lentamente sobre el cielo

La luz es mi madre oh luz ensangrentada

Las nubes se deslizaban como un flujo menstrual

 

En la encrucijada donde ninguna flor sino la rosa

De los vientos mas sin espinas que no ha florecido el invierno

Merlín acechaba la vida y la razón eterna

Que hace morir y después renacer el universo

 

Le soleil ce jour-là s’étalait comme un ventre
Maternel qui saiganit lentement sur le ciel
La lumière est ma mère ô lumière sanglante
Les nuages coulaient comme un flux menstruel

Au carrefour où nulle fleur sinon la rose
Des vents mais sans épine n’a fleuri l’hiver
Merlin guettait la vie et l’éternelle cause
Qui fait mourir et puis renaître l’univers

 

 

Hermosamente se vincula aquí  Apollinaire con el Merlín de las leyendas medievales que, como él, era hijo de nadie y que, al final de su vida se dejó encerrar en « una tumba de aire » bajo unos espinos floridos por amor a Viviane. Lo refiere así :

 

 

Je n’ai jamais cueilli que la fleur d’aubépine
Aux printemps finissants qui voulaient défleurir
Quand les oiseaux de proie proclamaient leurs rapines
D’agneaux mort-nés et d’enfants-dieux qui vont mourir

Et j’ai vieilli vois-tu pendant ta vie je danse
Mais j’eusse été tôt lasse et l’aubépine en fleurs
Cet avril aurait eu la pauvre confidence
D’un corps de vieille morte en mimant la douleur

Et leurs mains s’élevaient comme un vol de colombes
Clarté sur qui la nuit fondit comme un vautour
Puis Merlin s’en alla vers l’est disant Qu’il monte
Le fils de ma Mémoire égale de l’Amour

Qu’il monte de la fange ou soit une ombre d’homme
Il sera bien mon fils mon ouvrage immortel
Le front nimbé de feu sur le chemin de Rome
Il marchera tout seul en regardant le ciel

La dame qui m’attend se nomme Viviane
Et vienne le printemps des nouvelles douleurs
Couché parmi la marjolaine et les pas-d’âne
Je m’éterniserai sous l’aubépine en fleurs

 

 

Tendido entre la mejorana y la fárfara, me eternizaré bajo el espino en flor. ¿Qué más se puede pedir ? Y la florida carcel de aire, una buena imagen de nuestra permanencia en este blog, encerrados aquí  por nuestro gusto para estar en vuestra compañía.

 

 

Mise en abyme

     La memoria se dispara de la forma más inesperada, y en esta ocasión fue al comentar la lectura de un libro de Perec, el gabinete de un aficionado que se va desarrollando en torno a un cuadro :

 

     Lester Nowak emprendía después un análisis detallado del cuadro de Heinrich Kürz, mostrando cómo el joven pintor, para responder al encargo particular de Hermann Raffke, había elaborado una obra que era en sí misma una «verdadera historia de la pintura», «de Pisanello a Turner, de Cranach a Corot, y de Rubens a Cézanne»; cómo había opuesto a esta continui­dad de la tradición europea su propio itinera­rio haciendo figurar sobre la tela diversas obras de la escuela americana (y germano-americana) de la que procedía directamente; y cómo, al fin y sobre todo, había puesto de manifiesto doblemente la importancia estética de este proceso reflexivo sobre su situación de pintor, por una parte, representando en el cen­tro de la tela el propio cuadro que se le había encargado (como si Hermann Raffke, su colección, viera el cuadro que le representaba mirando su colección, o más bien como si él, Heinrich Kürz, pintando un cuadro que re­presentaba una colección de cuadros, viera el cuadro que estaba pintando, a la vez fin y prin­cipio, cuadro en el cuadro y cuadro del cua­dro), «trabajo de espejo al infinito donde, como en las Meninas o en el Autorretrato de Rigaud  conservado en el museo de Perpignan, el mira­do y el que mira no cesan de enfrentarse y confundirse»; y, por otra parte, incorporan­do en el interior de estos reflejos en el se­gundo, en el tercero y en los enésimos grados, dos de sus propios cuadros, uno, obra de juven­tud, que Raffke le había comprado hacía unos años, el otro, un trabajo en proyecto desde hacía mucho tiempo pero aún en estado de esbozo, y cuya «reproducción ficticia» era «en pequeño» como la anticipación de su futuro «resultado».

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     V tuvo la nítida vision de un niño vestido con una bata escolar a rayas blancas y azules que jugando  en el destartalado almacén de la vieja botica, entre morteros y olorosos paquetes de extrañas sustancias etiquetadas con nombres que hacían soñar –sen, casia, ipécacuana- con las cajas de  botellas de aguas médicinales que se apilaban  en el almacén de la botica,  y ante la imagen de un hombre con ropajes vagamente dieciochescos que abraza con amor beodo una botella más grande que él y que repite la imagen,  aparentemente sin fin, por primera vez  se enfrenta con el vértigo que produce el infinito.

H también creía recordar la primera vez que sumergido entre dos espejos paralelos, su imagen se hundía en el abismo.

El abismo de las infinitas repeticiones, la posibilidad de que el confortable suelo ceda ante la sombría marea, por supuesto Borges, su Aleph que era el Aleph :

 

«…vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplican sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osatura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi oscura sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo. »

 

Sublime

Sublime

¿en qué se diferencian todos nuestros esfuerzos  y nuestras luchas por conseguir lo sublime del manoteo torpe de un lactante que hiere a la nodriza que lo alimenta?

 

 

Hace unos días que V y H abandonaron sus aislados refugios y  estuvieron por Madrid, aprovecharon para quitarse el pelo de la dehesa recorriendo exposiciones. Estuvieron en la Juan March disfrutando de los dibujos y acuarelas de Caspar David Friedrich. Ahí se quedó el asunto, pero al leer Muñoz Molina les sorprendió las miradas tan distintas que habían tenido sobre el mismo asunto. Él lo vincula con otro tema muy querido para ellos, dos viejos errantes al fin y al cabo, el Viaje de Invierno de Schubert, e imagina como el viajero se detiene para dibujar de forma minuciosa las cosas que le van llamando la atención a lo largo del camino.

Decía V que para él no había sido tanto esa labor de levantar amorosa acta de las rocas, árboles o campesinos lo que le llamó la atención sino que en los dibujos de Friedrich se pueden observar “in statu nascendi” como nos decían en química, con la frescura de lo recién nacido, los temas que luego se van a repetir hasta la nausea y de los que seguimos cautivos.

H apostilla que cascadas, árboles secos, ruinas se fijaron como pintorescos y ahí se han quedado ya convertidos en clichés, y que si Friedrich es el pintor de lo sublime en sus oleos, en sus dibujos recoge lo bello, que luego encaja como elemento de una escenografía y que en aquella época se fijaron los conceptos de lo bello y lo sublime de los que el propio Friedrich sería exponente destacado.

Sentados en un café, miran el paso de la gente como olas en la playa, mientras divagan en torno a Kant, a los primeros románticos alemanes, Schiller, Hoffmann hasta llegar a Adorno.

V recuerda que En la Iglesia de los Jesuitas de G., incluido en Nocturnos, Hoffmann relata la historia de un pintor, su búsqueda de lo sublime, los mil sacrificios y trabajos que realiza y como lo encuentra a través de la visión inefable de una bellísima mujer que le inspira para conseguir ¡al fin! :

Allí, en esta gruta, estaba sentado un día, martirizado por el ardiente anhelo que desgarraba su pecho, y derramando cálidas lágrimas para que los astros del cielo tuvieran a bien iluminar su oscuro camino; entonces oyó un ruido entre los arbustos, y la figura de una mujer de extraordinaria belleza apareció delante de la gruta.

Todos los rayos del sol caían sobre su rostro celestial…Me observaba con una mirada indescriptible…Santa Catalina…No, más que ella: Mi ideal, ¡Era mi ideal…!...Caí de rodillas loco de entusiasmo, ¡Entonces la figura se desvaneció sonriendo amablemente…! ¡Mi más ferviente oración había sido escuchada…!

….Las lágrimas brotaron de sus ojos. “…¡Amigo..amigo! –balbuceó-. ¡Soy féliz…Soy dichoso! ¡La he encontrado, la he encontrado” .

Rápidamente se marchó a su taller, tensó el lienzo y comenzó a pintar. Como animado por una fuerza divina, creó como por encanto, con todo el calor de la vida, a la mujer sobrenatural, tal como se le había aparecido. A partir de aquel momento todo se transformó en su interior. En lugar de la tristeza que había consumido su corazón, surgieron en él la dicha y la alegría….Empezó a pintar algunas obras mayores que asombraron a todos los expertos.

El problema surge cuando conoce a la persona real, cuando se encarna su aparición en una aristócrata a la que salva  y que, naturalmente, se enamora de él. Después de muchas peripecias, el pintor descubre que estar casado con su ideal le impide cualquier tipo de creación, y el final del relato se intuye bastante violento.

El porqué de aquellos polvos sublimes han quedado los lodos de lo banal y comercial, de las riadas de turistas que recorriendo caminos en busca de la belleza, encontramos el tópico y el chiringuito, es lo que se acaban preguntando.

 

 

Comptines


File:Au Clair de la Lune children’s book 2.jpg

 

        Todo empezó cuando una amiga me envió un poema que le recitaba a sus hijos cuando eran pequeños: “Le chat et le soleil”:

 

Le chat ouvrit les yeux

Le soleil y entra.

Le chat ferma les yeux

Le soleil y resta.

Voilà pourquoi le soir

Quand le chat se réveille

J’aperçois dans le noir

Deux morceaux de soleil

 

          Este poema me trasladó la nítida imagen de una madre joven que canta a sus hijos una canción de cuna antes de dormir. Los sencillos y transparentes versos de Maurice Cârenne fueron el comienzo, algo así como la primera campanada de un carillón y me trajeron a la memoria el poema de Lorca  que era la canción preferida de mis propias hijas


El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.

El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.

Han perdido sin querer
su anillo de desposados.

¡Ay, su anillito de plomo.,
ay, su anillito plomado!

Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.

El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.

¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!

¡Ay cómo lloran y lloran.
¡ay! ¡ay!, cómo están llorando!

 

 Continuó al día siguiente al ver  una película "La mala semilla" The bad seed (Mervin Leroy, 1953),  en ella, una niña malvada toca al piano de forma obsesiva la conocida canción infantil "Au claire de lune" que suena de forma inquietante a lo largo de la película e incluso, en la versión original y antes de que la imposición de la censura la cambiara, en la escena final, se la veía interpretándola.

 Es una curiosa película de tesis, en la que frente a las teorías psicoanalíticas en boga en la época, propone la herencia como causa del mal.

Es la historia de una encantadora señora de vida agradable y acomodada, casada con un oficial del ejército y con una hija perfecta, guapa , de trenzas rubias  y la primera de la clase.             

Asistimos a su horrorizado descubrimiento de que la hija perfecta es una asesina amoral y que ella lleva dentro de sí la semilla de la maldad.


Nancy Kelly;Patty Mccormack

En esta segunda campanada, el tañido es siniestro. Quizás no sea la primera vez que se usaron las canciones infantiles en el cine con  el fin de crear un atmósfera inquietante, pero  llama la atención que sea la más popular comptine francesa, de incierto pero antiguo origen, que los niños de todo el mundo han cantado por generaciones. Como ocurre con frecuencia en las canciones infantiles, el texto puede parecer absurdo y se sabe poco  de su sentido original


Au claire de la lune, mon ami Pierrot
Prête-moi ta plume pour écrire un mot
Ma chandelle est morte, je n’ai plus de feu
Ouvre-moi ta porte, pour l’amour de Dieu

       

           La música se atribuye con frecuencia a Lully y la letra se dice  que pudiera estar relacionada con las dificultades sexuales de Luis XVI.

 

Unos días más tarde me llega una hermosa carta de un amigo que me trae otra canción infantil. Viene con un recorte de un artículo de Bernardo Atxaga “El misterio de los cuatro pájaros” sobre una canción infantil vasca muy popular que comienza “txantxangorria txantxte” –el petirrojo canta- en el que habla de cuatro pájaros: el petirrojo, el reyezuelo, el zorzal y el mirlo y que aparentemente no tiene sentido, él relata como lo fue buscando hasta hilvanar una relación  con el paso de las estaciones,  del que los pájaros serían una metáfora.

         

           

         Charlando con otro amigo, hablamos de “Mambrú se fue a la guerra” o Marlbrough s’en va-t-en guerre, compuesta en la época de la guerra de secesión española a principios del S XVIII. Si lo pensamos, la crueldad de la letra-se ríe de la angustiosa espera de la vuelta de un soldado tras una batalla- no ha sido óbice para que tantos niños la hayamos cantado.

 

          Otra amiga me cantó  “La viudita del conde Laurel” que es muy antigua y que se ha utilizado como canción de corro probablemente desde la edad media. El tema debía ser tristemente real, tantas mujeres, casi niñas que quedarían viudas, pero la canción es graciosa y el juego divertido.

             Cuando escuchando en un viejo disco de vinilo el impromptu 192 nº 2 de Schubert, creí reconocer las notas del romancillo, me sorprendí aunque probablemente es conocido.  En todo caso Schubert capta perfectamente la ingenua belleza del tema infantil y el impromtu es un prodigio de aparente sencillez, de gracia y de elegancia. Me parece que esta música resume lo que torpemente he querido contar aquí.

 

Lhasa

Lhasa

   No, no vamos a hablar del Tibet, es el nombre, nada convencional, que le pusieron sus padres, un profesor de literatura mexicano y una fotógrafa y actriz estadounidense, nada convencionales ellos tampoco. Lhasa de Sela pasó su infancia y adolescencia recorriendo el sur de EEUU y Mexico junto con sus tres hermanas, tres hermanastras y tres hermanastros, en un viejo autobús escolar reconvertido en caravana y vivienda; una educación nada convencional, arte, literatura, música…, televisión prohibida.

   Posteriormente viaja a Canadá con sus tres hermanas que trabajan en el Circo del Sol; allí graba su primer disco, algo poco convencional, pues lo hace volviendo a sus orígenes y haciéndolo en español. En su segundo disco canta en inglés, español y francés, pues también ha viajado a Francia con otro circo.

Nosotros la descubrimos con su tercer disco, editado este año, el disco que parece consagrarle y que encontramos más maduro que los anteriores. Sobre él no os contamos nada, aquí lo dejamos para quien lo quiera escuchar.

 

Morio

Morio

   V. y H. leían hace un tiempo la necrológica del crítico literario Rafael Conte y comentaron los buenos ratos que habían pasado con su lectura y con el gusto que esperaban su crítica de los sábados. En el mismo artículo había un enlace a una crítica de Conte sobre Pierre Michon, a estas alturas ya han olvidado si fue él el que les hizo leer el primer libro de Michon, pero sólo por eso, ya le están agradecidos para siempre. les apetece seguir con Michon y encuentran un texto suyo, breve pero deslumbrante "trois noms de bêttes pour W. B.." y se aplican a traducirlo mal que bien. Ahora lo colocan aquí porque cada vez se ven más como los Bouvard y Pecuchet de la red, y que ejercer de amanuenses es lo suyo. 

 

 

   Encontré una mariposa, hace mucho tiempo. Hace mucho tiempo que la perdí de vista, aparece poco, creo que es una de estas especies que se extinguen  lentamente. No recuerdo haberla encontrado nunca escrita en la literatura. La había olvidado. Volvió de nuevo en Walter Benjamin. Volvió de nuevo brutalmente en la página 25 de “Una infancia berlinesa”, las migajas de los recuerdos de un pequeño Walter Benjamín ya viejo. Caza las mariposas, durante las vacaciones, en Postdam, sobre el Brauhausberg que es un bosque, una colina. Sobre esta colina, escribe que es un monte embebido de azul que se levantaba en verano para recibirlos, a sus padres y a él. Dice que el Postdam de su infancia es un aire azul sobre el que las mariposas, tan diferentes según su especie, los morios y los vulcanos, las vanesas, aparecen como una lengua extranjera escrita sobre las paredes azules del Jerusalén que se ve en los sueños.

 

Es una gran mariposa. Vive en los bosques. Es una rareza. No se le ve nunca, y de pronto solamente la ves a ella. La primera vez, desemboca en un claro, levantas los ojos y allí arriba pasa con un vuelo rápido y potente, más de gran pájaro que de mariposa, determinada, con amplia batida. Tiene un objetivo, algo nada frecuente en las mariposas. Va con determinación hacia esa meta, allá va. Rápidamente desapareció. Crees que nunca se la volverá a ver.

Siendo un pequeño muchacho en el bosque, a mediados de los años cincuenta.

Un día se la vuelve a ver. Es también en un claro, pero esta vez con la cabeza bajada. Está posada, se habría podido pasar por encima. No está sobre flores, está en el suelo, en el monte bajo, abierta y quieta. Sabes que es ella, la reconoces, no por sus colores que apenas se percibieron cuando estaba en lo alto, sino por su paso categórico y decidido, por su resolución, su confianza. Está posada sobre el musgo. No se posa como una mariposa - todas lo hacen como ladronas, culpables que quieren pasar inadvertidas. No, ésta se posa a la vista, como una autoridad, como una reina, y permanece allí desplegada sin moverse, interminablemente. Se le podría pasar por encima, no le importa, es una reina. Se ve bien su abrigo de terciopelo marrón con un borde crema, lágrimas azules. Es hermosa, pero no es eso. El pequeño no la admira, no la contempla, no tiene siquiera el deseo de poseerla o de reducirla a migajas. El pequeño reflexiona a toda velocidad. Busca el nombre de esta mariposa. Nunca se lo ha aprendido. Lo sabe, debe saberlo, sabe que lo sabe desde que nació. El claro, el ruido de los árboles, el lugar el Bois-du-Breuil dónde tiene lugar la acción, todo le pide este nombre. Todo dice: Es un aliado. Deposita su reino a tus pies. Di su nombre.

El pequeño no sabe. Más tarde, en una librería, se atreve a comprar un pequeño libro sobre las mariposas, en la calle lo hojea temblando. Está allí con su abrigo marrón, en la página 42 ó 75. El muchacho reconoce bien el abrigo, y el nombre también lo reconoce hasta cierto punto. Adán lo nombró. Un naturalista en 1762 lo nombró, o escribió por primera vez el nombre que Adán le había dado. Es el morio. Ésto es: morio. El niño dice: el morio. Se lo dice a los coches que pasan por la calle donde tiembla delante de la página abierta. Dice este nombre  de nuevo a cada parada del autobús, y cuando el autobús circula también lo dice. En casa no se lo dice a su abuela que cocina la sopa. Lo dirá mañana a la mariposa en el Bois-du-Breuil. No vuelve a ver nunca más la mariposa.

 

   Ocurre que los muchachos sean imprudentes, se van de la lengua, dicen el nombre a cualquiera, a su abuela, al profesor, a un amigo. Éste lo repite a otro, que lo repite a su vez. Cada uno lo transmite, para hacerse valer, para discutir o demostrar, para charlar. Rehacen la cadena de Babel: pasando de uno a otro, a la abuela que habla patois y sorda, al maestro de escuela distraído que lo entiende mal, a los amigos fabuladores, el nombre se desvirtúa, se deforma, se convierte en irreconocible, aunque al fin y al cabo el pequeño Walter Benjamin, que vive lejos, lo reconoce bajo la forma: Trauer Mantel. Qué más da: el morio y el Trauer Mantel, son el mismo nombre.

 

   Es en otro claro, extenso éste, un prado aislado en el bosque, donde vi otro animal incuestionable, mucho antes del tiempo del morio, cuando mi madre me llevaba aún de la mano. Llevábamos manoplas, era el pleno frío invierno, la nieve cubría el prado. Paseábamos por el bosque. Un animal afilado y rojizo pasó al galope por este prado blanco, un meteoro. Mi madre dijo: “Un zorro”. Lo dijo para sí mismo, como de muy lejos, pero gritando. A través de nuestras manoplas, su mano temblaba de excitación. La mía también. ¿Qué tiene pues, el zorro, para que al pronunciar su nombre nos trastorne así? El prado, el bosque, el invierno, la nieve, - el niño siente que siempre han estado allí con su nombre, es Dios quien los nombró. Eso pasó antes de nosotros, antes de nuestro tiempo, nosotros no tenemos nada que decidir sobre ello. El zorro, si. Decidimos. Cuando pasa, hay que decir su nombre.

 

   No se sabe dónde está el claro donde Dios puso a  Adán para hacer desfilar ante él todos los animales creados. Pero se sabe con certeza que es en el capítulo dos del Génesis, en los versículos 19 y 20, cuando Adán se pone a hablar. Es este día en el que el hombre se sirve de su lengua por primera vez. Hasta entonces Dios solo nombró, y creó nombrándolos, el día y la noche, las montañas, las aguas y las grandes estrellas. Luego cambia de técnica, se calla. Al hombre, no lo crea nombrándolo, lo hace enmudecido con tierra, luego, en la oscura marcha, siempre silencioso, crea también con tierra a todos los animales. Todo eso está sin nombre. He aquí los versículos: “Entonces Yahvé Elohim forma del suelo todos los animales de los campos y todo pájaro de los cielos, les trajo hacia el hombre para ver cómo los llamaba y para que todo animal vivo tenga por nombre aquel por el que el hombre lo llamaría. El hombre gritó pues el nombre de todos los ganados, los pájaros de los cielos, todos los animales de los campos. ” Todo eso tiene un nombre. Se nombra toda esta arcilla corruptible como se nombraron los grandes incorruptibles, la noche, luminarias. El Middrach Rabba informa, por boca de Rabbi Acha, que los ángeles, éstas especies de iluminados, tuvieron celos y dijeron: ¿“Este hombre, qué autorización tiene? ¡- Su sabiduría es mayor que las nuestras! - El Santo bendito hizo entonces desfilar el ganado, los animales salvajes y a los pájaros ante los ángeles preguntándoles siempre: ¿Éste, cuál es su nombre? No supieron. A continuación los hizo desfilar delante del hombre preguntándole siempre: ¿Éste, cual es su nombre? Y Adán respondió: Éste toro, aquél asno, éste caballo, aquél camello”.

Éste zorro, aquél morio.

Dios no dice nada. Está tácitamente de acuerdo.

 

   Moscú, 1 de febrero de 1928. Es por la tarde, la nieve, la noche. Abandona la ciudad. Ha sido completamente engañado. Todo se va a pique, las mujeres, el marxismo-leninismo, el mesías averiado, Goethe y Baudelaire que son unos charlatanes. El pensamiento es un señuelo, es una inextricable palabrería que cae del cielo como cae una piedra. Todo a pique: Marx y los ángeles, el tigre y la carpa, los muros de Jericó y los del Palacio de Invierno, no se les puede sostener juntos, están en pedazos dispersos sobre la nieve. Se es un charlatán, la dialéctica es un truco de almanaque para engordarlo, reactivar la cadena de Babel, se debe callar. Asja, a la que ama y no ha tocado durante dos meses, que le hizo perder el tiempo y servirle como un perro, Asja se dignó venir para la despedida, está aliviada de quitarse esa carga. Llamó un trineo por teléfono, Benjamin sube en el trineo. El trineo desliza. Asja permanece allí sobre la acera y hace señales. “Respondí, desde el trineo, con gestos. Al principio, pareció ir dándose la vuelta, ya no la he vuelto a ver. Con la gran maleta sobre mis rodillas, fui llorando, por las calles crepusculares, a la estación”. Así se acaba el Diario de Moscú. Se puede imaginar que ha llegado a la estación con tiempo. Sin embargo el tren ya está allí, está vacío. Monta en él. La pesada maleta con sus libros, su dialéctica de plomo, se alza junto él, algo es algo. Está sobre el banco de madera, congelado, muy ocupado del pequeño brasero de sus lágrimas. Se ha quitado las gafas para llorar. Está doblado, la cabeza y los hombros hundidos, nada podrá enderezarlo. Es esclavo en Egipto. Este banco de madera vacío ante él, es su desdicha. Estos halos amarillos de las farolas sobre el muelle vacío, es su desdicha. Estas pequeñas formas oscuras que se agitan a sacudidas sobre el muelle vacío, que saltan y se agitan en la nieve, que ve mal, no pueden ser sino su desdicha también. Vuelve a ponerse sus gafas. Observa con determinación las figuras que andan en el boquete amarillo de la farola. Ya no llora. Dice: cornejas. Cornejas manteladas. Krähe, Nebel Krähe. En checo, es kavka. Está en el claro del primer lenguaje. Se endereza. Es un hijo de Adán. Puede volver a empezar, va a empezar de nuevo, - la filosofía alemana, Goethe, el Mesías.

                                                                                             Pierre Michon

Á la Belle étoile (I)

 

“Más aún, todos somos viajeros con una burra, y lo mejor que nos encontramos en nuestros viajes es un amigo honrado. Afortunado el viajero que se encuentra muchos. Si viajamos es, en efecto para encontrarlos. Son el fin de la vida y su recompensa, hacen que sigamos siendo dignos de nosotros mismos y, cuando estamos solos estamos más próximos a los ausentes”

Of what shall a man be proud, if he is not proud of his friends?

“¿De qué puede un hombre estar orgulloso si no de sus amigos?

                                                                          De la dedicatoria de “Viajes con una burra”

                                                                           R. L. Stevenson

 

 

 

 

  V. y H. preparaban su próximo viaje por el sur de Francia que iba a empezar por les Cévennes. Habían pensado en la Provenza, pero al consultar mapas vieron que estaban muy cercanos y la decisión  fue rápida y unánime porque la posibilidad de seguir las huellas del viaje que Stevenson narra en “Travels with a donkey in the Cévennes” o “Viajes con una burra” como se tradujo en España, fue imposible de resistir.

   Ojear una publicación del parque natural creado en  la zona,  “Des serres en valats”, les produjo la primera satisfacción aun antes de haber iniciado el viaje. A V. valat tuvo la virtud de hacerle recuperar una palabra que  creía una voz dialectal e inculta "balate" que se usa en el sentido de desnivel del terreno, sobre todo laderas de acequias y bancales, por ejemplo: "niño que te va’caer pol el balate", era una palabra de buen castellano. A H., al ver su alborozo, le recordó  la misma ingenua alegría  que  tuvo hace tiempo cuando descubrió que algunas palabras que usaban en sus juegos de niños y que tenía por gritos sin sentido, eran en realidad palabras o fragmentos de ellas en euskera.  

   Corominas le da el significado de "camino empedrado", origen árabe que a su vez lo tomaría del griego, pasando por el latín “palatium” palacio y que Corominas relaciona con el impacto que causarían en los beduinos del desierto las ruinas romanas de Siria . Resulta hermoso pensar que esas construcciones de piedra, de una belleza sencilla y artesana -siempre les había impresionado la técnica de "piedra seca" que con los medios más económicos es capaz de aguantar años y tormentas- fueran nombradas así en recuerdo de lejanas y fabulosas construcciones, viniendo a ser una suerte de palacios campesinos.

 

Venta Nueva (y 3)

   Venta Nueva,  donde todo empezó, es ahora también una cortijada desvencijada casi englobada por una moderna área de servicio, pero para V es el lugar donde por las noches aullaban los lobos al otro lado de la seguridad de las ventanas enrejadas, el lugar encantado donde correr aventuras por los tejados y las buhardillas, donde podías acompañar  a los pastores y buscar galápagos por sus arroyos herrumbrosos; recuerdos vagos y a retazos de los primeros años cuando todavía estaba en pie el edificio de la antigua posada, con sus bancos de piedra pegados a las paredes y el hogar central, de los patios y las cuadras y rodeada de la dehesa de encinas.

   Fue durante la búsqueda de Venta Quemada cuando cayó en la cuenta en lo que significaba el nombre Venta Nueva, la que se construyó en la carretera recién hecha a pocos kilómetros de la antigua, en tiempos del rey ilustrado. Aun tiene una placa en la fachada recordando el tiempo de su fundación.

Venta Nueva (2)

   De ellos distingo dos especies: los vampiros de Hungría y  de Polonia, que son cuerpos muertos que salen por la noche de las tumbas y van a chupar la sangre de los hombres; y los vampiros de España, que son espíritus que animan el primer cuerpo que encuentran,  le dan toda clase de formas, y…

                                      El Manuscrito encontrado en Zaragoza

                                                                                Pag 171

                                       

 

Deviens mon Vampire, ami, et chaque nuit, sans trouble et sans hâte,

gonfle toi de la chaude boisson de mon cœur.

                                      Victor Segalen

 

   Donde se comen a los viajeros..mmm, excelente; entraron despues, de nuevo en el Manuscrito encontrado en Zaragoza, con la sensación de estar en territorio conocido pero nuevo a la vez. El viaje iniciático del joven capitán de la Guardia Valona Alfonso Van Worden, que sale por vez primera de su casa en Las Ardenas sin más armas que las leyes del honor, va a internarse en el territorio mítico de Sierra Morena, desde la época de Cervantes lugar donde se suspenden el orden y la razón, que comienza en el valle de los dos ahorcados y se desarrolla en torno a una venta -transcurre entre los placeres del lecho con sus dos primas y el despertar entre los cadáveres-Todo les parece profundamente imbricado en sus vidas -vivir junto al territorio del deseo, en sus márgenes, y les lleva de sorpresa en sorpresa.

   La pregunta de H las desencadenó, V intentó relacionar la historia de “bandoleros, fantasmas y cabalistas” con los recuerdos de su niñez y se centró en el lugar sobre el que gira la historia, Venta Quemada:

    Más me acercaba a la venta y más profundo parecía el silencio. Al fin llegué y vi un cepillo dispuesto para recibir limosnas acompañado de una inscripción concebida en estos términos: "Señores viajeros, tened caridad de orar por el alma de González de Murcia, ex posadero de Venta Quemada. Sobre todo, seguid vuestro camino, y por ningún motivo os detengáis a pasar la noche aquí".

   Leyeron aquí y allá y vieron que el lugar se había relacionado con una antigua Venta de los Palacios que se encontraba en el viejo camino real y que, al hacer la nueva carretera en tiempos de Carlos III, quedó abandonada. La indicación que tenían era que se encontraba en la margen derecha del río de La Campana; así que una mañana de finales de abril, fresca y florida de jaras y peonías, decidieron seguir el margen del río bordeado de alisos hasta localizarla, y ya cayendo la tarde dieron con un caserón semiderruido, construido en oscura pizarra que parecía cumplir los requisitos; aunque estaba destrozado, envilecido por el uso de majada y cubierto por en algunos lugares por chapas, aun conservaba trazas de haber sido un edificio imponente, sobre todo si te lo imaginabas en medio de aquellas soledades.

 

Venta Nueva (I)

“Llegaron en estas pláticas al pie de una alta montaña, que casi como peñón tajado estaba sola entre otras muchas que la rodeaban.”

                                                                      Don Quijote  cap. XXV

 

 

Un écho redit encoré

A ton rivage enchanté

L’antique refrain du Maure

Gloire, amour et liberté

                                   Gérard de Nerval

 

   Hace poco que H. en casa de un amigo, contó un viejo recuerdo de una noche en Sierra Morena, cuando mientras charlaban en la habitación alumbrada por la sola luz del fuego, entraron unos vaqueros que hicieron ademán de encañonarlos, decía también que esa noche hablaron de “La biblia en España” de George Borrow.

   V. entonces se sintió más náufrago que nunca, porque había perdido casi completamente ese recuerdo, que ahora encontraba –la charla frente al fuego, los ruidos del monte fuera- la imagen de la felicidad.

   Hablaron pues de esa noche y de Don Jorgito que describía una España pintoresca y con brochazos muy negros, que todavía hacía 1840, cuenta que los bandoleros infestaban el paso entre La Mancha y Andalucía y que, muy cerca de la vieja casa al pié del cerro Navamorquí, donde V y H habían pasado aquella noche, en el Desfiladero del Rumblar, pudo ver los restos de un asalto de los bandoleros:

   “Nos indicó el árbol donde había muerto el cabo, a pesar de lo mucho que había llovido, el suelo estaba todo alrededor saturado de sangre; un perro roía un pedazo del cráneo de aquel desventurado”

   Este episodio les trajo inevitablemente a la cabeza otro viajero que unos años antes, había ambientado su novela en estos andurriales 

 

   “habitée (...) par des contrebandiers, des bandits et quelques Bohemiens qui passaient pour manger les voyageurs qu’ils avaient assassinés”

Tres años

Tres años

                                                                                                                 

                                                                                                                                                 Sean Scully

Short Ode to the Cuckoo

                                 No one now imagines you answer idle questions

-How long shall I live? How long remain single?

Will butter be cheaper? –nor does your shut make

husbands uneasy.

 

Compared with arias by the great performers

such as the merle, you two-note act is kid-stuff:

our most hardener crooks are sincerely shocked by

your nesting habits.

 

Science, Aesthetics, Ethics, may huff and puff but they

cannot extinguish your magic: you marvel

the commuter as you wondered the savage.

Hence, in my diary,

 

where I normally enter nothing but social

engagements and , lately, the dead of friends, I

scribble year after year when I first hear you,

of a holy moment.

                                                                W.H. Auden

 

 

Ya nadie te imagina respondiendo preguntas tontas

-¿Cuánto viviré? ¿Cuánto seguiré soltero?

¿Bajará la mantequilla?- y tu grito ha dejado

de inquietar a los maridos.

 

Comparado con las arias de los grandes intérpretes

como el mirlo, tu canto de dos notas es una niñería:

y a nuestros peores maleantes les sigue ofendiendo

tus hábitos de cría.

 

Ciencia, Estética, Ética, se pueden ofender,

pero no extinguirán tu magia: tú maravillas

al empleado como sorprendiste al salvaje.

Por eso que, en mi diario

 

donde normalmente no anoto mas que eventos

sociales y, últimamente la muerte de amigos,

apunto cada año cuando te oigo por primera vez,

como un momento sagrado.

 

    En estos días de abril hemos escuchado de nuevo el canto del cuco en el campo ahora lleno de espino, jara y cantueso en flor y hemos recordado el poema de Auden donde juega con los significados de la palabra en ingles: tonto, ingenuo; y termina con la emoción que en el poeta anciano y devastado produce escuchar otro año su canto sencillo y asombroso.

   Querríamos encontrar en este poema una referencia para expresar lo que han significado para nosotros estos tres años que hoy se cumplen del blog: lo empezamos como náufragos, continuamos como jardineros y ahora casi parece una discoteca. En todo caso no podíamos imaginar el recorrido que iba a seguir y sobre todo que, a pesar de los vientos de los que hablaba una amiga en el primer aniversario, hemos conservado vuestra amistad. Son tres años haciendo lo que sabemos, dar nuestras dos notas repetitivas y monocordes, pero sin ellas y sin vosotros, os aseguramos que nuestras vidas serían más pobres y los abriles más crueles.

   Un abrazo y, de nuevo, a vuestra salud.

El efecto Fétido

Fue durante una tediosa y siniestra reunión sobre gestión sanitaria cuando empezó a rondarle la cabeza lo que nombró muy ufano "efecto Fétido"  en relación con una entrevista que había visto el día anterior realizada a Elena Ochoa, la exdivulgadora sexual y actual editora de los carísimos libros de autor de Ivory Press, pero con la vaga sensación de que tomaba forma algo que ya le había servido para reconocer a un tipo de personas, o una actitud al menos: Elena, con su su traje seudomarinerito blanco con raya azul, de amplias solapas y aspecto informe que parecía decir "qué sofisticada soy", aparte de un casi subliminal mensaje lolitesco, le recordaba de forma invencible al farsante personaje de "La familia Addams"; con una sonrisa, siguió pensando que quizás usaba la película de Barry Sonnenfeld como un remedo pedestre, una versión kitsch de lo que contaba Foster Wallace que le ocurría con respecto a algunas películas de David Lynch, que le servían para reconocer el seco aletazo del mal, la frialdad de su aliento en la nuca, tal vez en relación con Blue Velvet cuyas siniestras imágenes evocó mientras sonaban huecas y distantes las voces y pasaban fantasmagóricas las imagenes de powerpoint. 

   Al llegar a su casa sacó de la estantería "Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer", el libro de relatos de Foster Wallace hasta encontrar su definición de"lo lynchiano" como "aquello que se refiere a ese particular tipo de ironía donde lo muy macabro y lo muy cotidiano se combinan de tal modo que acaban revelando que lo primero está siempre inevitablemente contenido dentro de lo segundo"; y  mientras lo hojea confortablemente instalado en su sillón,  escucha la música de Badalamenti pensando que algo bueno tienen las reuniones.

 

A Hugo

 

Po(p)standard

Po(p)standard

   Hablábamos al hilo de la exposición de Bacon sobre la interpretación de los clásicos en el arte moderno, de ahí surgió la idea de un viernes musical dedicado a los Standard del jazz; es lo que pasa a ciertas edades, uno habla y habla y se repite (no tenemos a nuestro lado a ese hijo que nos dice: “eso ya lo has contado mil veces”); y sí, ya habíamos hablado aquí de este tema, incluida alguna referencia indirecta al propio Bacon, así que evitaremos repetirnos hablando ahora sobre los nuevos Standard.

  

   Gran parte de los Standard clásicos del jazz provenían de canciones de éxito de la época, pero a partir de la aparición del rock-pop, la música se diversifica cada vez más y  esa tendencia de adaptar temas concretos de esas músicas al jazz, que no sus formas,  va desapareciendo.

 

   Siempre hubo excepciones, Gil Evans tenía en proyecto con Jimi Hendrix la grabación de su música acompañado de una big band de jazz antes de que este último muriera, el proyecto se materializó en 1974, ya con Hendrix fallecido; los discos de homenajes también han sido un lugar en el que entraban este tipo de versiones jazzízticas, pero poco más allá fue la cosa.

 

   Desde hace ya unos años un mayor número de músicos de jazz no les hacen feos a la música popular; en 1996 Herbie Hancock tomó la iniciativa con “The New Standard”, donde pasa de Sade a Steely Dan, pasando por Prince, los Eagles, Peter Gabriel, Stevie Wonder, The Beatles y por supuesto Nirvana. Hanckock en 2007 grabó un precioso disco con temas exclusivamente de Joni Mitchell, “River: The Joni Letters”.

Brad Mehldau ha hecho de temas de Radiohead y de Nick Cave verdaderos standards que ya son tocados por otros músicos.

Björk, quizás sea la compositora pop más revisitada, Jason Moran, Grez Osby, Dave Douglas y un largo etc. de músicos la reintrempretan.

The Bad Plus, son el trio que más partido ha sacado a este filón, Aphex Twin, Nirvana, Blondie, David Bowie, Beach Boys, Queen, Black Sabbath,  Burt Bacharach, Wilco, Pink Floyd, Bee Gees e incluso Ligeti, entre otros, han pasado por sus manos.

 

  Cada uno a su manera parece que están volviendo a abrir esa vía casi olvidada.

Bacon con tomate

   A veces, también los náufragos vamos de exposiciones con la idea de quitarnos en lo posible el pelo de la dehesa y dejarnos sorprender por las maravillas culturales que ofrece la capital, en esta ocasión nos encontramos a Bacon y a Max Ernst. En la de Bacon -una serie de fogonazos que te hacen salir deslumbrado-, se nos hace presente la frase de Malraux: "El mundo del arte es la presencia en nuestra vida de lo que debería pertenecer a la muerte". Salimos pensando que lo más  que le podemos pedir a un artista es que nos haga ver el mundo de otra manera, que nos de una nueva visión aunque sea parcial, y dejando aparte cualquier otra consideración, es lo que proporciona Bacon. No es lo que enseña, es lo que deja entrever.

   Ya nunca, al pasar con el coche, en la cuneta veloz, veremos el cadaver de un perro desollado y ensangrentado de la misma manera, ahora es la imagen de la violencia sin sentido, Bacon nos ha hecho, animalizando la carne humana, volver humana la inocente carne lacerada: perros, zorros, alas que tetricamente saludan desde el asfalto.

   Otra imagen que nos ha traido a la cabeza la exposición es la  del atropellado en la autopista por el que las ruedas fueron pasando hasta convertirlo en una lámina.

 

 


El erizo despierta al fin en su nido de hojas secas,
y acuden a su memoria todas las palabras de su lengua,
que, contando los verbos, son poco más o menos veintisiete.

Luego piensa: El invierno ha terminado,
Soy un erizo, Dos águilas vuelan sobre mí;
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
¿En qué parte de la montaña os escondéis?
Ahí está el río, Es mi territorio, Tengo hambre.

Y vuelve a pensar: Es mi territorio, Tengo hambre,
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
¿En qué parte de la montaña os escondéis?

Sin embargo, permanece quieto, como una hoja seca más,
porque aún es mediodía, y una antigua ley
le prohibe las águilas, el sol y los cielos azules.

Pero anochece, desaparecen las águilas, y el erizo,
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
Desecha el río y sube por la falda de la montaña,
tan seguro de sus púas como pudo estarlo
un guerrero de su escudo, en Esparta o en Corinto;

Y de pronto atraviesa el límite, la línea
que separa la tierra y la hierba de la nueva carretera,
de un solo paso entra en su tiempo y el mío;
Y como su diccionario universal
no ha sido corregido ni aumentado
en estos últimos siete mil años,
no reconoce las luces de nuestro automóvil,
y ni siquiera se da cuenta de que va a morir.

 

                                                        Bernardo Atxaga

 

Jazz08

   Desde hace muchos años sentimos admiración por el guitarrista Bill Frisell; desde hace varios años viene ofreciéndonos su muy particular visión de la música norteamericana,  con “History, Misery” ha hecho, a nuestro criterio, su mejor trabajo de esta serie.

El cuarteto escandinavo Atomic lo ha vuelto a hacer, un triple disco, dos de nuevo material y uno con temas en directo; en el estudio no pierden la garra que se les ve en directo; free jazz de gran envergadura y largo recorrido. Como se propusieron desde el principio, nos demuestran que por aquellas tierras no solamente se hace música sonido ECM (sello que también admiramos).

Dave Douglas uno de los más originales trompetistas de la actualidad vuelve con el proyecto Keystone, un quinteto al que se le añade el DJ Olive; un disco que grabado en directo gana mucho sobre el anterior Keystone, sobre todo por la aportación de Adam Benjamín al Fender Rhodes y  de DJ Olive que crean las atmósferas perfectas para esta imaginaria banda sonora.

Mostly Other People Do the Killing son un cuarteto que transgreden la tradición del jazz siendo a la vez puristas en su academicismo, el mejor puente entre tradición y vanguardia que hemos escuchado en mucho tiempo; “This Is Our Moosic” es su segundo disco y esperamos que haya muchos más.

Uri Caine se atreve ahora con la ópera; en “The Othello Síndrome”, aborda el Otelo verdiano y shakesperiano, a ritmo de jazz, rap, pop, rock, R&B, gospel…, y sale muy airoso de terreno tan resbaladizo.

 

   En el terreno vocal no hemos encontrado grandes cosas, destacamos dos grandes discos que aunque no son jazz, están muy cerca de él: Lizz Wrigth ha hecho en “The Orchard” un homenaje a su Georgia natal y Rosa Passos en “Romance” sigue maravillandonos con su forma de cantar la bossa, esta vez con arreglos más jazzísticos que nunca.

  

   De nuestro país destacamos la  osadía, el riesgo y el talento de Brigada Bravo&Díaz, un duo formado por guitarra y zanfona que se han atrevido a llevar al jazz, blues, vanguardia… “Músicas Populares de la Guerra Civil”. Si podéis verlos en directo no os lo perdáis.


Jazz 08

Cosecha 08

Foto: Chema Madoz

El acontecimiento discográfico de este pasado año fue la vuelta de Portishead, diez años después y firmando el acta de defunción del trip hop, abandonando las suntuosas baladas cinematográficas y trayendo el pop del futuro.

 

   Otros viejos conocidos que no han decepcionado: Nick Cave que de nuevo con los Bad Seeds nos dejó un disco de puro rock (Dig!!! Lazarus Dig!!!). Spiritualized que en “Songs in A&E” desnudan un poco sus melodías y siguen con sus obsesiones, infierno y redención. Lambchop con “OH (Ohio)” hacen que volvamos a ponernos tiernos después de algún disco desilusionante. Matt Elliott culmina su trilogía de lúgubre folk atemporal y ácrata con “Howling songs”, una trilogía que hará historia. American Music Club en “The Goleen Age” vuelven a transpirar más paz. Erica Badu vuelve a sus orígenes con un disco de R&B de denuncia y confesional. Nada nuevo, pero para qué más.  

 

   Entre los debuts, el aclamadísimo “Vampire Weekend” que quizás no nos ha sorprendido tanto por recordarnos al “Graceland” de Paul Simon  (aquel de ritmos sudafricanos)en versión indie y al fondo de armario de Talking Heads y dos maravillosos discos de folk: Fleet Foxes han hecho un disco de título homónimo de los que ya no se hacen; recuerdos del folk psicodélico británico de los sesenta y cuidadísimas voces que recuerdan a los mejores Crosby, Stills, Nash & Young o al primer Neil Young en solitario (Tienen gusto hasta para elegir la portada del disco). The Bowerbirds nos han emocionado con “Hymns for a Dark Horse”, un disco de folk hippioso sencillamente delicioso.


Rock Pop 08

 Se pueden escuchar los temas aquí